Desde su regreso a la pantalla chica, Pasapalabra se ha convertido en un clásico moderno. La participación de figuras famosas, que aportan cuotas de humor y espontaneidad, sumado a la adrenalina de los participantes anónimos que sueñan con llevarse el gran pozo, son elementos que, sin duda, funcionan. Iván de Pineda, por su parte, se erige como el anfitrión ideal: su fluidez, conocimiento general y la habilidad para mantener el ritmo del programa son innegables.

No obstante, la decisión de Telefe de mantener Pasapalabra al aire de lunes a viernes, e incluso con especiales los fines de semana en diversas etapas, si bien busca capitalizar su éxito, también introduce un riesgo considerable. Cualquier formato televisivo, por más exitoso que sea, tiene un ciclo de vida. La repetición constante de la misma estructura, aunque con preguntas y participantes diferentes, puede llevar a la monotonía.

La televisión argentina está llena de ejemplos de programas que, por su alta frecuencia de emisión, terminaron perdiendo el atractivo inicial. El público, con el tiempo, puede llegar a predecir los patrones, los chistes recurrentes y hasta las reacciones de los participantes. Esto no significa que Pasapalabra esté condenado, pero sí que el equipo de producción debería estar atento a las señales de un posible agotamiento del formato.

Igualmente, a partir del domingo 9 de agosto comienza "Por el mundo" con Marley y se emitirá luego también los domingos, ambas emisiones en lugar de Pasapalabra. De esa manera el público comienza a descanzar un poco del formato.

Veremos...